En familia
La práctica de yoga en familia es una de las mejores actividades para que padres e hijos compartan tiempo de calidad y bienestar juntos. Los niños y niñas, desde temprana edad, se benefician de lo mejor de esta práctica: consiguen calma y tranquilidad, mejoran su concentración, aumentan su autoestima, fortalecen su espalda, perfeccionan su postura corporal, aprenden a conocer y a gestionar sus emociones, etc.
También es una buena oportunidad para robustecer el vínculo familiar y afectivo, pues todos los miembros se conocen un poco más y aprenden los unos de los otros.
Una actividad donde las prisas, las preocupaciones y hasta la vergüenza quedarán fuera de clase, y en la que nacerá un ambiente de acompañamiento, respeto y comprensión.
Los cuatro objetivos de las clases de yoga en familia:
Vínculo: practicando yoga juntos mejorará la relación y comunicación padre/madre e hijo/a. Nacerán valores como la confianza, el respeto y la comprensión.
Autoconocimiento: el yoga en familia se convierte en una actividad para ser y colaborar como equipo, pero también se aprende que cada uno es importante como individuo. El primer paso es conocerse a uno mismo, para después saber valorarse y aceptarse tal y como se es.
Diversión: cuando más aprendemos los niños y los adultos es cuando disfrutamos de ese aprendizaje. Por ello en las clases el ingrediente principal es la diversión.
Relajación: ¿podemos relajarnos todos juntos? ¡Claro que sí! Para los niños siempre es más difícil lograr un estado de relajación plena, pero cuando lo hacen junto a sus padres ponen más empeño en conseguirlo.
Las clases están llenas de sorpresas y dinámicas acompañadas de música, facilitando así la vivencia corporal y afectiva.
Las risas y las ganas de volver no van a faltar.